Nada más aterrizar en Shanghai, tras pasar los trámites de la aduana y recoger mi mochila, cogí un autobús de línea (el número 5 para más señas, 18 yuanes) que me llevó a la estación de tren. Allí dejé la mochila en la consigna, ya le dije al encargado que la recogería dentro de 3 ó 4 días, y acto seguido compré billete de tren para Suzhou en asiento blando por 20 yuanes. En el tren, la revisora pasó ofreciendo té y café, aproveché para tomarme una taza de algo parecido al café. En Suzhou hacía mucho calor, el sol daba de lleno. Visité el Museo de la Seda, donde explican cómo es el proceso que a partir de gusanos permite obtener artículos de seda. Vi una pagoda de 9 pisos, que según creo haber leído es la más alta al sur del río Yang Se.

Suzhou es famosa por la belleza de sus jardines, sólo estuve en uno de ellos, pero sin duda era precioso.

Tras comer, donde como siempre las camareras estuvieron encantadoras, me dirijí a la estación de trenes para ir a Hangzhou.