Cuando se acercó la hora de la salida del sol, fuimos a un lugar desde el que las vistas son ideales, y allí estuvimos esperando junto con el resto de gente. Existía una posibilidad alta de que no viéramos salir el sol, si había demasiada bruma, pero por suerte, salió.

Y nosotros pudimos hacernos las típicas fotos que desean todos los que suben por la noche a Taishan:

Luego vino el regreso, momento en el que hordas de turistas subían la montaña. Al pie de la montaña hay una ciudad llamada Taian; allí estuvimos descansando, y haciendo tiempo hasta que un amigo de Evers nos viniera a recoger para llevarnos a Jinan. Evers regresaba a su lugar de trabajo esa misma tarde, yo por mi parte, había decidido ir el día siguiente a Qintao, pero esa noche la pasaría en Jinan.

En Taian, Evers durmió un rato en un parque de la ciudad, yo no encontré una cama de mi tamaño, así que me dediqué entre otras cosas a ver como hacían ejercicios de caligrafía china.