Subimos en un teleférico a primera hora de la mañana. Había bastantes turistas, casi todos chinos. Una vez arriba, había varios senderos, todos ellos escalonados que podíamos seguir, cogimos uno al azar. Hacía un muy buen día, nos sobraba ropa. Los paisajes que vimos hacen honor a la fama que tiene Huang Shan:
La subida se hace dura, muchas escaleras. Hay gente que se gana la vida subiendo a otros en típicas sillas chinas. En cuanto nos veían pasar estas personas, rápidamente ofrecían sus servicios a Juan y a Javier, no a mi. ¿será que los veían más cansados?.